Es la capacidad para observar lo que nos interesa y dejar de mirar lo que no queremos o no deseamos ver.
La atención es el proceso a través del cual podemos dirigir nuestros recursos mentales sobre algunos aspectos del medio, los más relevantes, o bien sobre la ejecución de determinadas acciones que consideramos más adecuadas de entre las posibles. Hace referencia al estado de observación y de alerta que no permite tomar conciencia de lo que ocurre en nuestro entorno (Bellesteros, 2002).
La atención
es un proceso psicológico básico e indispensable para el procesamiento de la
información de cualquier modalidad (imágenes, palabras, sonidos, olores, etc.)
y para la realización de cualquier actividad. Su función es seleccionar del
entorno los estímulos que son relevantes para llevar a cabo una acción y
alcanzar unos objetivos (Ríos-Lago et al., 2007). Ayuda, facilita y participa
en todos los procesos cognitivos superiores (Londoño, 2009). Es un proceso
activo, no estático (Luria, 1984), que depende de los intereses, expectativas y
experiencias previas del sujeto, por lo que exige una alta implicación conductual
y emocional por parte del individuo. Obviamente, la motivación analizada
anteriormente La motivación: bases fundamentales tiene un papel relevante en la
capacidad atencional ya que impulsa nuestra conducta según los objetivos,
intenciones, expectativas y/o premios que se quieran conseguir (Garrido, 2000).
La
cantidad de información exterior a la que continuamente nos vemos sometidos
excede la capacidad de nuestro sistema nervioso para poder procesarla por
completo; por ello, es necesario que exista un mecanismo neuronal regulador que
seleccione y organice las percepciones para una efectiva recepción de la
información (Broadbent, 1958; Mesulam, 1985; Desimone y Duncan; 1995;
Estevez-González et al., 1997). También, dicha recepción procede de factores
internos tales como las expectativas, motivos e intereses personales. Por ello,
de toda la información disponible en el medio externo e interno, sólo puede ser
procesada una pequeña fracción en un tiempo dado (Perea y Ardila, 2009). La
atención, por tanto, es el mecanismo regulador que, además de regular la
entrada de información, está también implicada en su procesamiento (Cooley y
Morris, 1990).
A
grandes rasgos, la atención se puede dividir en dos grandes bloques: a) la atención
voluntaria, que depende del individuo y de sus motivaciones
personales, y b) la atención involuntaria, producida por la atracción del
medio interiorizada por la atracción de sus motivaciones personales.

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